jueves, 1 de julio de 2010

El que callar no puede, hablar no sabe Seneca

Hoy he amanecido musical, por lo que he decidido regalarles la lírica reggetónica de mi nombre... "Me dicen la Juana, la Juana Peña y al que se mete conmigo lo hago leña; Es bueno que respeten a la joven meña, la que sé no va con nadie pues ella es su dueña" Y sigue la canción con el siguiente pregón: "También me dicen la callejera, la "street fighter" la que reparte puñetes en todas partes y no hay quién se lo aguante por el dolor galopante"

Radio Querosín ha estado prendida en los últimos días con todas las últimas noticias que van y vienen, entre la visita de un dizque VIP, los desaparecidos, los choques, los encuerados (as) a orillas del río y los asesinatos. Los radio-comentaristas "embuchados" de noticias, no logran desenredar el "rechinchat" de quién mató a quién, ni cómo ni donde, lo que es mucho decir, pues eso se nota........ ya que después de todo, "lo que pasó, pasó". El problema es que no todos dicen lo que saben y otros no saben lo que dicen y así entre una cosa y otra no se dice lo que hay que decir.

Entre los caminos retorcidos de la vida cotidiana, me encontré con mi sobrino Cosme quien anda arrebatado pues ahora por razones de seguridad la Asamblea de Disputados ha promulgado una ley que establece un sistema de tatuajes para identificar a los ciudadanos: buenos, malos, regulares y sin gracia. Dicen que también es una forma de acabar con el estigma del tatuaje y sacarlo de las cárceles, cantinas y barcos de mala muerte a su nuevo status de "sticker", etiqueta epidérmica. A aquellos fuera de toda sospecha se les tatuará un ángel en la nalga derecha; a los sospechosos leves una mariposa viajera en la pantorrilla izquierda; a los sospechosos severos una lechuza en la palma de las manos y a los criminales convictos y confesos una guadaña en la frente.

Para la selección y "etiquetamiento" de la población el gobierno hizo su "outsourcing" directo y sin las fastidiosas cotizaciones, contratando unas "pisiquicas" o adivinadoras. Y para suerte de la familia mi sobrina Simona y su amiga Mitzaya que practican este arte milenario han salido favorecidas a pesar de que no tienen conocidos entre "los grandes".

Ellas a través del fondo del vaso (lleno o vacío) te leen la vista, donde, dicen ellas que saben de eso, queda grabado todo lo que viste. Con la ayuda de una PC atómica, van a cruzar las visiones según la edad, sexo, estado civil y el vestido que lleva puesto y así, con toda transparencia se puede saber quién hizo qué. De

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